miércoles, 7 de octubre de 2009

Pesadilla en Torrejoncillo's Mountain [II] »»» Carrera

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[*] La Prueba:

» Salgo antepenúltimo, con sólo dos corredores con escoba por detrás de mí. Los primeros kilómetros voy a la par con otro corredor, aunque le cedo 10m. para poder ir solo, cómodo y sobre todo viendo el terreno que piso
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Atravesamos una carretera, el calor se hace notar incluso a estas horas y voy fatal (hasta que no llevo 20-30 minutos y voy sudando en condiciones y los músculos han cogido temperatura no empiezo a disfrutar y lo paso realmente mal, es una sensación muy incómoda). A todo esto, incluso con mi sordera (me pilló por el oído derecho, el bueno), capto el clásico comentario de una señora: "Pues si acaba de empezar ya va así...); dejo que ustedes completen la frase.

[Recordatorio: Amamower, una de las mil entradas que tienes pendiente de escribir es acerca de los comentarios.]

Recurro al gesto habitual de quitarme la Camiseta, aun a riesgo de que me descalifiquen, pero la salud, repetimos, es lo primero. Así van cayendo los kilómetros, a un trote cochinero bastante llevadero (6'-7' el Km.).

Cuando empieza la ascensión comienzo a andar. Me encuentro con Blasita, y tras un breve intercambio de palabras, continúo camino. Ya sé que es poco caballeroso, pero si no ando deprisa se me carga muchísimo la espalda y se me hace eterno el camino.

Subida al Castillo y me pierdo en los últimos metros. Como para algunas cosas (es decir, todas) soy un cabeza cuadrada, vuelvo hacia atrás para no hacer trampa (cosa que no soporto bajo ninguna circunstancia, sea terminar una carrera o resolver un crucigrama).

Bajada siguiendo las balizas, pero cuando llego abajo oigo a un par de participantes gritando, que se han perdido y tal y cual. Me entran las dudas y hasta que no alcanzo a otro par de corredores y les pregunto que cuánto llevan no me quedo tranquilo. Estamos entre el 14º y 15º Km.

Creí que lo más duro era la subida al Castillo, pero no es así. Entre los kilómetros 15 y 20,5 (aprox.) es donde toca subir. Al tran-tran, calor, polvo y sequedad. De momento, sólo sudor, sudor y más sudor.

A partir de aquí, bajada hacia el punto kilométrico 25, donde quien así lo desee puede poner punto final al trayecto. Voy tocado, reseco y recalentado, deseando llegar al avituallamiento, rehidratarme e intentar recuperar algo de fuerzas. Me encuentro con alguien de la organización que me pregunta qué tal voy. Le pregunto por el avituallamiento (y la bebida isotónica) y me dice que en el 25º, que hay de todo.

Llego y como ya he comentado, cuatro vasos. Me vuelvo a echar una botella de agua por encima, los dos vasos de isotónica y plátano, mucho plátano, porque aunque pueda caer como un tiro en el estómago, no tengo elección.

Al revés que todo el mundo, es ahora cuando me pongo la Camiseta empapada en Agua. Evitará que me queme entero y mientras la Camiseta esté mojada ayudará a regular mi Temperatura.

El resto es un Calvario. Diez Kilómetros en tierra de nadie, 30ºC cayendo a plomo, sin una sola Sombra donde cobijarse. Es bajada, aunque al principio el terreno es pedregoso y tampoco te permite lanzarte.

También hay un repecho curioso entre el km. 26 y el 28, donde me adelante un corredor con la camiseta del maratón de Helsinki. En la bajada posterior, aprovecho mis muchos kilos de más para dejarme caer y le paso. A todo esto, implorando poder divisar a lo lejos un avituallamiento que no llega. Aburrimiento, Cansancio, Calor, Moscas, Dolor de Cabeza, dudas... Y la mierda de las 'Adidas', haciéndome daño. Creo que la uña del dedo gordo del pie derecho va muy tocada, pero prefiero no verlo.

Km. 35º. Isotónica en vena, agua por fuera, agua por dentro, plátano... Me llevo una de Isotónica para beber y una de Agua para mojarme.

Quedan sólo 7 (en realidad, menos), pero cada vez tengo más Calor, más Cansancio y más Miedo a quedarme sin Sales Minerales.

Además, el camino de vuelta es el mismo que el de inicio. Sí, es un tópico, pero se hace eterno, interminable. Empiezo a hacer cálculos casi continuamente, sé que no vamos a llegar a los 42.195m. Intento consolarme con esto, intento mantener el trote cochinero, aunque con la excusa de mojarme me pongo andar en algún que otro momento.

Llego al cartel de los 40 Km., donde antaño solía darme la llantina, más que nada porque sé que, en un Maratón, llegado a este punto termino la prueba. Pero no hay llantina, no sé si por economizar Líquidos, porque no estoy disfrutando o porque con el Piloto Automático sólo atiendes a lo básico, a los Parámetros Vitales.

Empiezo a oír unas zancadas a mis espaldas. ¡Vaya, va a caer otro mito! Como corro de menos a más, siempre suelo ir pasando corredores a lo largo de la prueba. Y más en un día como hoy, donde somos (muy) pocos, pero la colección de cadáveres es amplia.

En cualquier caso, no tiene mayor importancia. Si hay algo que me parece tan estúpido como absurdo, son los piques. Y si encima te estás jugando algo tan importante como llegar el cuarto o el quinto por la cola, pues qué quieres que te diga...

Como yo sólo corro conmigo y contra mí, sigo a mi trote cochinero. Siempre me acuerdo en estas circunstancias del seminario de "Relatividad" que dí en 1º de Matemáticas. Recuerdo que me resultó interesante, mucha formulita y mucha teoría. Facilito. Pero esto es la Realidad, y el Tiempo y el Espacio parecen estirarse como un chicle infinito. Ves el Pueblo, pero parece que no te acercas por mucho que tu sigues zancada tras zancada.

Finalmente, llegas al pueblo y ves el arco de Meta. Aunque te pilla una subida que a estas alturas es (resulta) demoledora empiezo a ensanchar Zancada y aumentar la Cadencia. Todo sea por el "sprint de los últimos 25m." que me acompaña desde que mi mejor amigo César me metiera el gusanillo de correr hace más de un par de Décadas. Llego.

No sé ni la Marca realizada. No he visto el reloj, ni el de meta ni el mío. Creo que han pronunciado mi nombre y el de los "All Runners". Me quedo unos momentos buscando bichos, calibrando el dolor de cabeza, pienso un par de veces en preguntar a los sanitarios de la Cruz Roja si pueden ponerme suero... Miro mis pulsaciones. Intento enfocar la mirada. Creo que no va a llegar la sangre al río. O a lo mejor es sólo mi deseo.

Decido ir a cobijarme en el interior del Polideportivo. Consigo darme un masaje con sólo una persona por delante de mí (delante mía, si eres madrileño de pro).

Inciso: Es lo que tienen las pruebas minoritarias, y por eso me encantan. Puedes correr solo, sin colas ni agobios a la salida o a la llegada...

La masajista me salva. Me aplica un poco de masaje con unas bolsas de Hielo. Le pido que me dé alguna y es lo mejor que puedo hacer.

Realizo la prueba del sistema nervioso para la UCLM, me tomo dos isotónicas en vena, pido otro par de latas y unas pocas alubias que saben a gloria.

Mientras, estirar y aplicarme continuamente la bolsa de Hielo por todo el cuerpo. Estoy ardiendo, cocido y recalentado, y parece que no voy a conseguir regular la Temperatura ni en un año.

Pero el efecto balsámico del frescor del Hielo ayudan a sentir algo parecido a una Recuperación. La Cabeza me sigue doliendo, pero ya no parece que vaya a estallar ni es el dolor tan peculiar y característico del Agotamiento, la Deshidratación o la Hiponatremia.


Al cabo de media hora estoy bastante mejor. Sigo comiendo y bebiendo, he pedido otra bolsa de Hielo, puedo andar sin hacer demasiadas eses y las paridas que pergeña mi cerebro son las de cualquier otro día.

Me doy cuenta de que no tengo Bolsa del Corredor. Tenía que haberla cogido por la mañana, al recoger el dorsal, ¡Oh, oh! Finalmente aparece junto a otras dos o tres que no habían sido recogidas.

Me quedo a la rifa. Sirve para demoler el Mito de que soy un Cenizo para los Sorteos (Jenaro dixit). Aunque con mi Sordera no me entero, veo luego en un papel colgado en la puerta del Polideportivo, junto a las Clasificaciones, que me ha tocado un lote de suplementos nutricionales. Más tarde, la misma marca de suplementos efectúa otra rifa y me toca un maletín.

Monto en la Furgo y vuelta para casa. Llevo dos Bolsas de Hielo, una en cada cuádriceps. Hasta que no paro a echar alpiste al coche no me deshago de ellas. Mano de santo.
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