miércoles, 13 de febrero de 2013

2013-02-10 Fuencarral » Medio Maratón [XXIX]

.
Con la incombustible Sraceas y mi sobrino.
.
Pareciera que todo vuelve a la normalidad.

Pero... ¿Acaso existe la normalidad?

¿La normalidad es la sucesión de acasos a los cuales aplicamos una pátina de rutina para asimilarlos y dotarles de un sentido, nuestro sentido? ¿La normalidad es aquello que sale cómo pensábamos que debería salir?...

Elucubraciones aparte, esta entrada no tiene nada de normal, ni por el contexto en el cual se ha desarrollado, ni porque yo soy el mismo.

Tras la travesía del desierto, participé en el "Medio de Fuenca", creo que por decimotercia ocasión.

No tenía pensado apuntarme por razones obvias (aunque tan obvias como erróneas), pero coincidió que mi sobrino se acercaba este FinDe a Madrid y le apetecía repetir por tercera vez en la que fue su carrera de iniciación en este mundillo. Así que no quedaba otra opción.

Con respecto a la carrera en sí, o en mí, todo sobresaliente. De Matrícula de Honor. Impensable, que no imposible, a priori.

Tras seis meses sin correr (alguno más en realidad, pero qué más da), todo a salir de boca en esta "reentré", que viene a ser lo mismo que "retonno".

El tobillo [i] todavía molesta más que duele (trato de mantener la zancada cortita y viva, o lo que es lo mismo, intentar evitar que todo el fardo de kilos se concentre bien concentrado en el tobillo), pero ya no hay marcha atrás.

Además, es mayor la sensación en las subidas, y como el perfil inicial es cuesta abajo casi todo el rato, lo llevo bien.

Lo más asombroso es que van cayendo los kilómetros con una facilidad pasmosa. El perfil y la temperatura son condicionantes (favorables) de peso, pero las sensaciones son buenas. Incluso voy por debajo de los 6 min./km. Cómodo y de charla con mi sobrino, como quien da un paseo. Bien.

Soy consciente de que la carrera no empieza hasta enfilar las cuestas de El Pardo, pero nos plantamos en el km. 10 en lo que parece un abrir y cerrar de ojos.

Seguimos otro par de K's, curva, fuera camiseta y para arriba. Las cuestas marcan su ley. Se nota el esfuerzo y se nota la falta de rodaje. Aun así mantengo el tipo y voy mejorando/aclimatando a medida que el piloto automático se estabiliza. Calculo que me habré ido a los 6' 30". Ni tan mal.

El descenso. Prohibido cebarse. Dejarse caer y aprovechar para recuperar, que todos sabemos que la verdadera carrera empieza tras el túnel.

Y tras el túnel, a contemplar cada cartel kilométrico. Al tran-tran, no me parecen tan odioso esos tres kilómetros de cuestas y repechos como cuando intentas darle ritmillo.

Aguantando bien, hasta llegar a la última rotonda. Y como de cardio vamos sobrados y mi tobillo va caliente, a darse el homenaje. Empezamos a tirar y a adelantar en la cuesta, la respiración empieza a agitarse, giro, entrada en el estadio y "volando" sobre el tartán, que parece confeccionado a base de gelatina. Calculo que habremos ido en esos últimos 500 m. a unos 4' 15". ¿Ni tan mal? No, música celestial, subidón de endorfinas que todavía dura casi dos semanas más tarde.

De regalo, la tontería de las "marcas". Hemos bajado en TR de las 2 horas.

Ya digo, "impensable, que no imposible". Ni dos horas y media, ni tener que pararme a andar y recuperar, ni dolores ni gaitas. Sobradísimo de cardio, algo cargado muscularmente, pero a años-luz de lo que cabría esperar.

En el tercer acto, departiendo con Sraceas y su sufridor. La verdad es que me vio ella en la última cuesta, porque ya se sabe que, en mi caso, "modo sprint = visión túnel".

Y de mi sobrino, qué decir. Debutó hace tres años en esta misma prueba y ya es todo un maratoniano. Dado su estado de forma, tuvo que parecerle un paseo. Pero lo bueno, lo importante, es que disfruta de cada carrera. Misión cumplida. No cambies, Carlones.

De regalo, vuelta andando a casa. Unos 12 km. de paseo a buen ritmo para descargar las piernas, con un cafelito entre medias que nos dejó como nuevos.

Siesta, otro paseo de media hora por la tarde.

Al día siguiente, la vida sigue. Sólo las endorfinas, la sensación de bienestar y los buenos recuerdos nos confirman que corrimos la Media de Fuenca veinticuatro horas antes.

En Navidades volví a coger la tabla. En Febrero he vuelto a calzarme las zapas.

Ser agradecido y disfrutar del momento.
.