No reencuentros personales; éste va a ser un hilo aburre-ovejas de un corredor.
Me refiero a reencuentros tipo:
» El Pinar. En realidad, la Dehesa Navalcarbón.
Hacía meses, bastantes, que no iba a entrenar por allí. El martes de la semana pasada volví, y he vuelto en otras dos ocasiones hasta la fecha.
» Las Series.
Como ya comenté en "Ha caído un Mito", la temporada pasada sólo hice series 1 único día. Pero las [agónicas] series de estas Navidades en Torrelavega han "(re)"despertado el deseo de la "velocidad" o el gusto por el sufrimiento (si es/eres corredor, vale, ya sabe/s de qué hablo; si no, no empiece/s a imaginar episodios del Grissom con el ama, que no van por ahí los tiros).
Precisamente, matando dos pájaros de un tiro, mi reencuentro con las series supuso a la vez mi reencuentro con El Pinar.
» La Tristeza.
El viernes pasado, el Arroyo Lazarejo. Sí, lo que queda de campo después de que el ayuntamiento de Las Rozas cediera terrenos a la Federación Española de Fútbol para la construcción de 'La Ciudad del Fútbol'.
La cuestión, una vez más, es que, por ignotas y desconocidas aunque supongo que justificadísimas razones, es obligatorio meter camione(ta)s por el campo. Como había llovido y seguía lloviendo, el día de rodaje tranquilo se convirtió en un cross "cuidadín con los tobillos, cuidadín con los resbalones, salta aquí, salta allá". Resumiendo: el camino, destrozado, impracticable para la carrera.
El Pinar (Dehesa Navalcarbón). Cada vez más encajado entre la A-6 y más y más pisos y más y más carreteras. ¿Cuánto resistirá antes de que se lo carguen?
Hoy ha tocado el triángulo Pinar-Tejar-Rozas. Reencontrarme con trenes parados en mitad de la nada (sí, sigo cogiendo el coche; sudores fríos me entran de pensar en volver a coger el roba-minutos), más caminos destrozados por huellas motorizadas, más campo invadido por carreteras, pisos en construcción y ampliación de la depuradora (que se ha cargado el camino por el que corría).
En este caso, ya se han cargado la mitad del camino entre Las Rozas y El Pinar. La duda es cuánto resistirá la otra mitad (poco, me temo).
Aquí todo el mundo va de demócrata, de políticamente correcto, de ecologista, de proteger a la Naturaleza, de bla, bla, bla y "meapiladas" variadas. Pero la triste realidad es que va desapareciendo el campo, engullido y devorado por el cemento, el hormigón y el asfalto.
Eso sí, con "zonas ajardinadas", que es un terrón de hierba con un arbusto donde el burguesito de turno pueda sacar a su puto chucho a mear y cagar. ¡Bendito progreso!
Y de la devastación en Cantabria ni hablo, porque ahí sí que me enciendo.
jueves, 17 de enero de 2008
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